viernes, 21 de octubre de 2011

Tema 1 (2º). Textos sobre Abderramán III, primer califa de Córdoba.

Al-Ándalus caligrafía árabe
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Retrato de Abd al-Rahman III (texto adaptado del original)
El reinado de Abd al-Rahman duró cincuenta años con su mayor gloria y con un poder como nunca tuvo otro rey, conquistando ciudades por Oriente (el Este) y Occidente (el Oeste), combatiendo y venciendo a los cristianos, arrasando sus comarcas y destruyendo sus castillos con tal fortuna que jamás tuvo problema, ni nunca perdió territorio alguno. (punto y seguido)
A tal punto llegó su suerte, que Alá le concedió la conquista de ilustres (famosos e importantes) ciudades y fuertes castillos a la otra parte del Estrecho de Gibraltar, tales como Ceuta y Tánger y otras poblaciones cuyos habitantes reconocieron su autoridad. Mandó a ellas gobernadores y soldados que las defendieran, auxiliándolas con numerosos ejércitos y escuadras, que invadieron el Norte de África (Magreb), venciendo a sus reyes, quienes se encontraron obligados a ocultarse atacados por todas partes, a someterse o a huir. (punto y seguido)
Los que antes eran sus enemigos y se habían esforzado en combatirle le cogieron afecto, le aconsejaron, le favorecieron y le ayudaron en sus guerras. Su orgullo le perdió y dio marcha atrás pudiendo, gracias a la riqueza de su reino, conquistar el Oriente igual que había conquistado Occidente (del Norte de África). En lugar de eso, Alá le haya perdonado, se dedicó a los placeres del mundo, haciéndose soberbio. Comenzó a nombrar gobernadores no por sus méritos sino por amistad. Nombró ministros (visires) incapaces e irritó a los nobles al dar favores a los villanos, como Nachda el de Hira y sus compañeros de la misma ralea. A éste le dio el mando del ejército y le confió los asuntos más difíciles. Así fue derrotado en el año 326 de la manera más desastrosa. (punto y seguido)
Desde entonces no volvió a salir a campaña personalmente, sino que se dedicó a sus placeres y a sus construcciones, llegando a extremos que no habían llegado sus predecesores ni alcanzaron después sus sucesores; contándose de él en este concepto muchas anécdotas que, por sobrado conocidas, no son de referir. Reunió una servidumbre de hombres eminentes y de ilustres literatos como no habían reunido jamás otros reyes, siendo a la vez personas de purísima conducta y ejemplar vida.
Texto original tomado del Ajbar Maymua. Ed. LAFUENTE ALCANTARA, p. 134. SANCHEZ ALBORNOZ, C.: La España musulmana. I. Madrid, 1973, pp. 352-353.

Abd al-Rahman III se proclama califa
<<El acontecimiento concreto más importante de la historia interna de al-Andalus durante el reinado de Abd al-Rahman III se relaciona con la amenaza de los fatimíes [dinastía norteafricana cuyo jefe se había proclamado califa y que aspiraba a unir Al-Andalus a su territorio]. Este acontecimiento fue la asunción por Abd al-Rahman III de los títulos de "califa" (jalīfa) y de "jefe de los creyentes" (Amīr al-mu'minīn), junto con el sobrenombre de al-Nāsir li-dīn Allāh (defensor de la religión de Dios). Al reivindicar este título, lo que se afirmaba no era un derecho universal a gobernar a todos los musulmanes, sino la independencia del gobernante de Al-Andalus respecto a toda autoridad política [y también religiosa] musulmana superior. Para apoyar esta pretensión Abd al-Rahmān III podía alegar su carácter de descendiente de los califas de Damasco; ya desde antes los Omeyas españoles se hacían llamar "hijos de los califas". La reivindicación no se dirigía, pues, contra los Abbasíes, sino que se proponía hacer frente a la pretensión de los fatimíes y proporcionar a los reyezuelos del norte de África una cierta justificación teológica de la soberanía que debían a los Omeyas de Córdoba.>>
MONGOMERY WATT, W, Historia de la España islámica, Madrid, Alianza Editorial.