miércoles, 30 de julio de 2014

Temas 1 y 4 (2º). Texto sobre el pago de parias de las taifas a los cristianos.


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Fuente: "Taifas" by Wilfredor - File:Taifas.png. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons.
<<Tiempos, en verdad, difíciles. Tiempos para escribir sobre ciudades y jardines perdidos para siempre. Todos los cronistas musulmanes así lo señalan. Las tierras del islam eran, cuando llegó Abd Allah al trono [rey de la taifa de Granada], un campo abierto para las tropas y embajadores de Alfonso VI, que entonces vivía la atracción de al-Andalus. El rey de Castilla y León ya no sólo ofrecía su protección: la imponía. Quería plata, siempre plata, parias y más parias, tributos con los que pagar sus ejércitos y mantener su preeminencia sobre la Iglesia y los nobles. Tributos que arruinaban a los emires de al-Andalus y a sus pueblos. ¡Ay de aquel que no pagase! Que se preparara para ver sus tierras devastadas y perdidas, pues el gran rey cristiano tenía palabra, protegía a sus clientes a filo de espada, contra cristianos o musulmanes, y del mismo modo, a filo de espada, se apresuraba a meter en razón al incauto que se atreviera a desafiarle. [...]>>

[...]

>>Quizá ninguno entre sus contemporáneos haya sabido iluminar como él, como Abd Allah, los sueños de Alfonso VI. Los discursos que atribuye al gran soberano de Castilla y León muestran que no se engañaba respecto a sus promesas. [...] Copio otra vez de sus Memorias:

Es éste un negocio —se decía— en el que de todos modos he de sacar ventaja, incluso si no se toma la ciudad, porque ¿qué ganaré yo con quitársela a uno para entregársela a otro, sino dar a este último refuerzos contra mí mismo? Cuantos más revoltosos haya y cuanta más rivalidad exista entre ellos, tanto mejor para mi. Se decidió, pues, a sacar dinero de ambas partes, y hacer que unos adversarios se estrellaran contra los otros, sin que entrase en sus propósitos adquirir tierras para sí mismo. Yo no soy de su religión —se decía echando sus cuentas— y todos me detestan. ¿ Qué razón hay para que desee tomar Granada? Que se someta sin combatir es cosa imposible y, si ha de ser por guerra, teniendo en cuenta aquellos de mis hombres que han de morir y el dinero que he de gastar, las pérdidas serán mucho mayores que lo que esperaría obtener, caso de ganarla. Por otra parte, si la ganase, no podría conservarla más que contando con la fidelidad de sus pobladores, que no habrían de prestármela, como tampoco sería hacedero que yo matase a todos los habitantes de la ciudad para poblarla con gentes de mi religión. Por consiguiente, no hay en absoluto otra línea de conducta que encizañar unos contra otros a los príncipes musulmanes y sacarles continuamente dinero, para que se queden sin recursos y se debiliten. Cuando a eso lleguemos, Granada, incapaz de resistir, se me entregará espontáneamente y se someterá de grado, como está pasando con Toledo, que, a causa de la miseria y desmigamiento de su población y de la huida de su rey, me viene a las manos sin el menor esfuerzo. [cursiva en el original]>>
GARCÍA DE CORTAZAR, Fernando, Los perdedores de la Historia de España, Barcelona, Planeta, 2006, pp. 99 y 101.